En la sesión de hoy hemos trabajado la atención a las emociones y a los sentidos.

Por lo general, tendemos a ocultar cómo nos sentimos porque estamos invadidos por los consejos, reacciones emocionales y manipulaciones a las que podemos ser sometidos ante una información confidencial, que revela nuestra propia vulnerabilidad.

Hoy se han atrevido a contar aquellas cosas que les están preocupando y a soltarlas para que no les molesten.

También han prestado atención a los sentidos, a través de una dinámica “la comida consciente”, que consiste en comer tres piezas de fruta con gran lentitud, observando previamente las características de color y rugosidad de cada pieza, acercándolas a la nariz para olerlas, saborearlas lentamente en la boca, y tragarlas de una manera consciente.

La clave del éxito de este ejercicio es que lleva a desautomatizar uno de los comportamientos que realizamos de forma diaria, y que puede proporcionar mayor goce si se realiza con una conciencia acrecentada. Centrados en si la comida nos gusta o no, o con la mente dispersa en cualquier otro lado, los niños pueden tener una relación problemática con la comida. Pueden vivirla con gran rechazo si no les gusta, o engullir la comida si es de su agrado. Se trata de disfrutar de la investigación en sí, mientras que la importancia del recuerdo de si el sabor de ese alimento gusta o no pasa a un segundo plano.

El trabajo con este ejercicio consigue reducir el nivel de impulsividad.

Aquí podéis ver algunas fotos de la sesión.